Cómo aprenden a leer y escribir los niños y jóvenes con Síndrome de Down, autismo, discapacidad intelectual

Autora: Adriana Pérez Directora de Declic

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Frente al aprendizaje de la lectura y escritura en niños con Síndrome de Down me he encontrado con dos posturas:

1. Muchas veces pensamos como maestras, terapeutas o padres de familia que todos los niños con discapacidad intelectual -como los que viven con Síndrome de Down y algunos con autismo- pueden aprender a leer y escribir cuando llegan a la edad de 6 años y que se van a tardar un poco más, pero con esfuerzo y constancia de parte de los adultos interesados en enseñarles lo van a lograr.

2. La otra postura es que no pueden aprender a leer y escribir, ya sea porque no hablan o porque no tienen el nivel cognitivo necesario para ello.

En la segunda postura, ni siquiera se intenta que aprendan; sin embargo, en la primera se cometen varios errores sin intención, éstos pueden anticiparse y evitarse viéndonos a nosotros mismos como adultos en nuestro afán de enseñarles. Aquí algunos de los más comunes y unos sencillos tips para evitarlos:

  • Los niños no aprenden porque tengan la edad cronológica para hacerlo (a los seis o siete años) sino porque tienen las habilidades básicas de aprendizaje para emprender estos procesos con éxito. Por lo tanto se requiere observar, conocer esas bases, evaluar si las tienen  y apuntalarlas para trabajar en ellas antes de enfrentarlos a la lectura de palabras. Se requiere asociar, seleccionar, clasificar imágenes, objetos, dibujos, sonidos, texturas, posiciones espaciales en su cuerpo, en casa, en la calle, en la escuela, etc. Empieza por conocer a tu alumno, alumna, hijo o hija.

  • No aprenden porque los obligues a trabajar en ello todos los días, porque les pongas a hacerlo de una manera sistemática, organizada y dentro de un horario escolar o familiar. La letra con sangre ahuyenta las ganas de leer y escribir. Los niños y jóvenes aprenden porque se motivan a través de las actividades que les propones, a través de un libro personal que les hable de su vida, de su cuento favorito, de una lotería de palabras o de frases sorpresas que les hablan de su vida en un entorno natural. ¡Así que manos a la obra! Prepara material con fotos de los niños/jóvenes que les permitan avanzar.

  • No aprenden por repetición, es una gran mentira que reforzando 5 ó 10 veces la misma actividad, con el mismo material van a aprende; el cerebro humano está hecho para la diversidad de retos y experiencias, está ávido de aprender con todos los sentidos, no sólo con la vista… el cuerpo humano es de hecho, el primer cuaderno y libro de texto de cualquier niño. Así que que si quieres que aprenda cambia de materiales cada una o dos semanas, esconde un rato ese cuento que ya se sabe de memoria y preséntale un libro nuevo. Sé creativo y usa esas mismas palabras en  tarjetas, conviértelas en una lotería, en una nueva historia, inventa que las lea después de cerrar los ojos, en fin,  busca la manera de que esas 20 palabras que ya lee ahora las pueda reconocer en frases asociadas a su imagen, sobres sorpresa, sobres con preguntas que puedan hacer cosquillas a su curiosidad… ¿Quién come? ¿Quién lee? ¿Quién besa a? y luego agrega cinco nuevas palabras, no más, para que dentro de su zona de confort tenga también una zona de reto, al alcance del éxito.

  • No aprenden si el chaleco les queda demasiado grande, como dice el refrán mexicano “ni tanto que queme al santo, ni tan poco que no lo alumbre”, no pongas un reto de lectura demasiado grande ni demasiado corto, que sea algo que les permita avanzar dentro de su zona de desarrollo próximo buscando que en cada actividad alcancen al menos el 80 % del éxito. Si hoy su nivel de lectura es de 5 palabras, con esas cinco haz maravillas e ingresa dos más, cuando sean 20 las palabras que ya puede leer, entonces ingresas 5 más, así hasta que te des cuenta que ya lee al menos una o dos de cada letra del alfabeto.

  • No aprenden porque usas el método que a ti te gusta, es muy común que usemos el método que acabamos de conocer y nos parezca muy bueno, sin evaluar si es el método adecuado para mi hijo/a o alumno/a. Sé honesto contigo y si no puedes evaluar busca a un profesionista que te apoye en ello, que conozca distintos métodos y vea cuáles son las habilidades con las que cuenta tu hijo/a o alumno/a. Hay niños que tienen más habilidades visuales que auditivas, un estilo de aprendizaje más kinestésico (del movimiento) que visual; es decir, hay fortalezas únicas y los método no son recetas de cocina para todos los niños y jóvenes. ¡No impongas lo que tú sabes! Sé flexible y adáptate a lo que él o ella necesita.

  • No aprenden a leer y escribir hablando cada fonema, es decir, el proceso del habla es uno, la lectura y escritura son otros, no les pidas al mismo tiempo que pronuncien correctamente, que lean y escriban la grafía y el fonema, o sea todos los huevos en la misma canasta. Los niños con discapacidad avanzan con pasos pequeños, no unas en una mismo momento, articulación, lectura y escritura. Si pueden hablarlo ¡muy bien! Si no pueden ¡no te detengas! Continúa el proceso de lectura, tampoco detengas la comunicación escrita porque no pueden hablar. Todos pueden comunicarse, sé flexible aprendiendo la forma en la que ellos comunican sin imponer la tuya.

Podríamos decir algunos más, lo importante es que quede claro que puedes trabajar con base en lo que es el niño, adaptando los métodos a sus habilidades y creando nuevos retos, no en sentido contrario. Diviértete acompañando el proceso o busca a una persona que pueda hacerlo y no padecerlo ya que sus antenitas lo captan todo y el camino se disfruta en cada recorrido aún cuando hay tropezones y a ratos se oculta el sol ¡adelante siempre es adelante!

Adriana Pérez Directora de Declic,

Centro de recursos para la educación inclusiva y laboral

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