Autora: Dra. Naira Pereyra Muñoz / Oftalmología Pediátrica, Estrabismo y Microcirugía de Segmento Anterior
¿Alguna vez te has preguntado si tu hijo ve bien? La mayoría de los padres asumen que sí, los pequeños no nos comunican que ven mal; sin embargo, esto no significa que estén viendo correctamente.
Los niños con mala visión en muchas ocasiones aún no saben hablar y no pueden expresarse. Algunos de los niños con mala visión nunca han visto bien y, por lo tanto, no saben que se puede ver mejor. Otros pequeños ven bien con un ojo y mal con el otro, por lo que el ojo bueno compensa la pobre visión del ojo malo.
Los niños son muy inteligentes y tienen una gran capacidad de adaptación, por lo que compensan la mala visión con sus demás sentidos y con diferentes estrategias para resolver la dificultad que implica el ver mal.
Niños con miopías altas ven muy bien de cerca, incluso hormigas, aunque de lejos la visión será muy mala y dificultará su desarrollo motor. Y, por último, la mala visión rara vez es dolorosa.
Recordemos que cuando los seres humanos nacemos, nuestra visión es muy borrosa, de hecho, equivale a la visión de una persona que es casi ciega. Los bebés sólo logran distinguir contrastes y contornos y ni siquiera han desarrollado su visión al color.
Conforme avanza el primer año de vida nuestra visión mejora considerablemente, pero no es sino hasta los 5 o 6 años de edad cuando alcanzamos la visión perfecta.
Adquirir una buena visión es un proceso de aprendizaje que depende de que los ojos y el cerebro, que es el centro donde se procesa la visión, sean sanos, y que tiene que ocurrir en los primeros 6 o 7 años de vida.
Cualquier enfermedad que ocurra en los ojos o en las áreas del cerebro que son responsables de la visión, ocasionará que el aprendizaje visual se detenga. Desafortunadamente, se estima que un 15% de los niños preescolares tiene alguna enfermedad o problema ocular que no es notorio a simple vista y por lo tanto se detecta tardíamente.
En los niños con Síndrome de Down, esta cifra es aún mayor ya que el 70% de los niños con trisomía 21 tienen alguna enfermedad ocular que requiere tratamiento con lentes, medicamentos o incluso cirugía. Entre las más frecuentes se encuentran los errores refractivos (miopía, hipermetropía y astigmatismo), estrabismo, nistagmo, catarata congénita, conjuntivitis alérgica y queratocono.
Por eso es fundamental que acudan con el Oftalmólogo Pediatra para su tamiz visual neonatal en el primer mes de vida y posteriormente a revisiones anuales. De esa forma, cualquier afección ocular podrá ser detectada y tratada oportunamente. Esto es particularmente importante ya que la visión es esencial para que tu hijo pueda tener un mejor desarrollo y aprendizaje.
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